Crónicas Urbanas

La foto que nos tomaban en Junín. Carlos Múnera. Todos Somos Iguales
 Algunas personas mayores de treinta y cinco años tenemos fotos de los famosos “poncherazos” en el centro de la ciudad. Son esas fotos que te tomaba desprevenidamente un fotógrafo, te entregaba un papelito y a los días reclamabas la fotografía en la dirección que aparecía en dicho papelito. La mayoría de esas fotos eran tomadas en el pasaje Junín, pasarela natural de la ciudad donde las personas lucían sus estrenes, sitio de encuentros amorosos y de amigos. Juniniar, verbo medellinense que significa pasear por la calle Junín es una palabra que se niega a morir con el tiempo.       

Olga en Junín.
Inicialmente la carrera Junín fue conocida como la calle del “Resbalón”. Dos son las versiones sobre ese viejo nombre, ambas versiones con orígenes en la época colonial: La primera alude a lo resbalosa que se tornaba esta calle en épocas de invierno, la cual era destapada para entonces, y la segunda, que es  la más conocida, habla de una antigua pieza musical llamada El Resbalón que se bailaba en los establecimientos públicos que al parecer estaban apostados sobre esta calle. En el albor del fervor patriótico de finales del siglo XIX, el nombre de las calles y carreras fueron cambiados por nombres conmemorativos de las gestas libertadoras, correspondiéndole a la Calle El Resbalón el nombre de Junín, batalla libertadora sucedida el 6 de agosto de 1824.

La lenta urbanización del norte de esta calle, desde mediados del siglo XIX se consolidaría hacia finales del mimo siglo con el barrio Villanueva, presentándole de paso un nuevo dinamismo a esta calle, hoy señalizada como carrera 49. Dicho  dinamismo se ratificaría con la delimitación de la Plaza de Villanueva, a la cual se le cambiaría posteriormente el nombre a Plaza de Bolívar y en cuyo marco se construyó  la Basílica Metropolitana.

Ya desde las últimas décadas del siglo XIX, Junín se constituía en un consolidado referente urbano, habitado por las personas “acomodadas” de la ciudad. Posteriormente, en los terrenos habitados por el señor Eusebio Jaramillo Zapata, se construyó el edificio Gonzalo Mejía compuesto por el Teatro Junín y el Hotel Europa, lo que la convertiría en una de las esquinas más importantes y representativas de la ciudad de Medellín. 

Teatro Junín. Esquina Junín con la Playa. Fotografía de Carlos Rodrígeuz. Años 50's
El legendario teatro y el hotel fueron construidos en los años veinte. El diseñador del edificio fue el arquitecto belga Agustín Goovaerts, quien lo concibió en un estilo Art Noveau. Desafortunadamente en los primeros días del mes de octubre del año 1967, el edificio con menos de cincuenta años ya era considerado viejo, desdeñando su patrimonio arquitectónico y memoria. Hoy de este hermoso edificio solo quedan algunas fotografías y el sabor amargo de saberlo solo un fantasma mítico de la arquitectura de la ciudad. En esta misma esquina se construyó el edificio Coltejer, que con su singular perfil y desde los años setenta del siglo XX, se convirtió por algunas décadas en el símbolo de la pujanza y la industrialización de la ciudad.

Teresa Moncada y Fanny Obando. 1940.

Desde finales de los años treinta, Junín ya se había convertido en un elegante centro de comercio de la ciudad, desde entonces y hasta finales de los años setenta, juniniar se convertía en el nuevo verbo que designaba el acto de salir a pasear a la elegante carrera a mirar vitrinas y conocer los nuevos productos comerciales; especialmente las modernas prendas para vestir y calzar. Igualmente Junín se constituyó en una pasarela natural de los medellinenses que buscaban lucir sus mejores prendas, asistir a algunos de sus teatros, tomar el algo en alguna de sus famosas cafeterías o salones de té, recorrer la calle para ir a la misa de la Basílica Metropolitana, aparecer en una foto caminando al frente del Club Unión o simplemente era el lugar ideal para cumplir una cita.

En Junín también se dieron cita varios personajes como la inolvidable Macua, homosexual que nació en el seno de una pudiente familia medellinense y que con su presencia  alegraba las carrera Junín, algunas veces vestido como todo un lord ingles, otras como una despampanante mujer y otras como un hombre corriente pero siempre con un fino humor y una presencia imposible de pasar inadvertida. La Macua murió en un trágico accidente automovilístico en 1985, algunos alegan que su muerte no fue un simple accidente.

Junín Hoy. Fotografía Juan F. Hernández.
A finales la década de los ochentas, Junín perdió su encanto y se convirtió en un mercado público de prendas, ya que los venteros peatonales se tomaron esa calle. La administración de Juan Goméz Martinez, recuperó ese espacio para los peatones durante la década de los noventa. Los centros comerciales tipo “corazón de manzana” que surgieron durante la década de los ochenta se intensificaron a finales del siglo XX y principios del XXI, convirtiendo de paso lugares tan emblemáticos como el Club Unión en un centro comercial más.

Hoy Junín tras muchos esfuerzos de la administración pública en compañía del comercio del sector, intenta reanimar los encantos de un pasado esplendoroso donde la palabra “juniniar” era sinónimo de distinción. Junín al igual que muchas otras calles y sectores de la ciudad tienen su propia historia que hace parte del legado cultural de Medellín. Una ciudad en transformación constante, que algunas veces suele desdeñar el patrimonio intangible de su memoria.     

Juan Fernando Hernández